¿Qué imagen se te viene a la mente cuando piensas en
“lectura compartida”? seguramente pienses en esos momentos en los que padres y
madres leen un cuento a sus hijos antes de dormir. Pues bien, ese momento íntimo que forma parte
de la rutina de muchas familias es una de las múltiples manifestaciones y posibilidades de la lectura
compartida.
Muchas veces sentimos que leyendo un cuento a un
niño el provecho es para ÉL, que estamos haciendo algo por SU desarrollo. Pero
nos hemos detenido a pensar qué nos aporta a nosotros ese momento de lectura
compartida?
Compartir hace referencia a la acción de distribuir,
repartir o dividir un recurso o espacio para hacer posible su disfrute común. Es decir que cuando comparto algo con los
demás no solo se beneficia quien recibe sino también quien da. Si somos conscientes del beneficio común que
se desprende del acto de compartir, podremos entender la complejidad y la
riqueza que se esconde tras el acto de la lectura compartida.
Pensemos en todas las posibilidades de lectura
compartida que existen: padres y madres
que leen a sus hijos desde que son bebés, maestros que leen a sus alumnos,
hermanos mayores que leen a sus hermanos menores, adolescentes y adultos que se
recomiendan e intercambian lecturas, clubes de lectura, etc. En todas estas situaciones se entretejen
relaciones afectivas de diversa naturaleza y es por eso que el acto de
compartir libros y lecturas aporta tanta riqueza y emotividad.
Para efectos prácticos voy a dividir los beneficios
de la lectura compartida en cuatro categorías, pero todos ellos fluyen a su
antojo y conveniencia en el acto mismo de la lectura y a través de los lazos
relacionales y afectivos que van tejiendo quienes en él participan.
Sobre la riqueza del lenguaje
Cuando se seleccionan lecturas para compartir con
los niños, la complejidad del lenguaje es un factor que se tiene en cuenta
tanto para facilitar la comprensión como para favorecer el desarrollo del lingüístico. El lenguaje literario nos pone en contacto con
estructuras, usos y estilos narrativos que difícilmente se pueden encontrar en
el uso cotidiano que hacemos del lenguaje hablado. Por otro lado, los libros
ilustrados y los álbumes facilitan la comprensión y el enriquecimiento del
vocabulario a través de la asociación del texto con la imagen. Y por último, la lectura en voz alta
desarrolla las habilidades para diferenciar las intencionalidades de la
entonación y su poder comunicativo.
Sobre la lectura
Esta esfera abarca todo aquello que tiene surge de
la relación simbiótica que se va construyendo entre el libro y el lector. Reconocer a libro como fuente de placer y de
conocimiento en la base para empezar a construir el camino como lector
competente. A partir de allí se van
desarrollando habilidades para diferenciar géneros, estilos y formatos, y se
van decantando preferencias y predilecciones por unos u otros. Además, poco a poco se va consolidando un
universo ficcional donde confluyen sucesos, lugares y personajes imaginarios
como referentes literarios.
Sobre las emociones
El niño es por naturaleza un ser egocéntrico, y en
los tiempos que corren los adultos también tienden a manifestar ciertas
conductas de este tipo, así pues, la lectura compartida es un espacio que nos
permite dedicar atención al otro y al libro, que también actúa como un
interlocutor; se va consolidado
entonces, una complicidad única que discurre entre palabras, secretos, risas,
conversaciones, guiños y gestos que surgen de las historias compartidas. Este acto de relacionarnos con los otros a
través de la lectura y de descubrir en compañía todo aquello que los libros
tienen para contarnos, nos permite reconocer las palabras, las entonaciones y los silencios como medios
para descifrar y expresar emociones.
Sobre la importancia de reflexionar
Sumergirnos en la lectura de un libro, ya sea solos
o en compañía, nos da la posibilidad de detener el tiempo para observar más
allá de lo que el texto nos quiere transmitir, para escuchar el eco que van
dejando las palabras y las ideas en nuestro interior, para pensar y preguntarse
sobre lo que se lee, sobre el mundo, sobre la vida. Una buena lectura no nos puede dejar
indiferentes. Cuando la lectura es en compañía reconocemos al otro (niño,
adulto, igual) como un interlocutor válido que enriquece y da sentido al
texto. Para favorecer el desarrollo de
esa capacidad reflexiva y crítica frente a la lectura, es importante que el
adulto explore y disfrute el texto junto al niño, y no asuma la actitud de
querer explicarlo todo ni de cuestionar constantemente lo que el niño ha
comprendido del texto.
Compartir el acto de lectura, compartir nuestras
lecturas con otros, compartir experiencias y reflexiones en torno a un libro,
compartir, compartir y compartir!
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