lunes, 23 de abril de 2018

Vicios y malas costumbres a la hora de seleccionar libros para niños


Ilustración de Mónica Carretero

La semana pasada les invitaba a pensar en cómo queremos que sea el camino lector de los niños y en qué tipo de lectores queremos formar.  Los criterios que muchas veces guían al adulto a la hora de seleccionar los libros para los más pequeños, están determinados por su rol de formadores y educadores, pocas veces nos posicionamos como lectores que buscan en los libros esa literatura que apela a los sentidos y a las emociones. 

Como advertí no voy a dar fórmulas mágicas.  Los adultos que acompañan al niño en su formación lectora tienen un mundo fascinante por descubrir y para ello lo primero que deben hacer es rescatar esa capacidad de asombro que han ido perdiendo por el camino y lo segundo, estar convencidos del poder de la literatura.  Estas dos premisas son fundamentales para ir abandonando los vicios y las malas costumbres a la hora de seleccionar los libros para niños.

Voy a hablar de cuatro vicios que a mi modo de ver son los más frecuentes y los más perjudiciales para la “salud lectora” de los pequeños.  Como sabemos, para abandonar un vicio se requiere convicción, ayuda y constancia; en particular, este es un reto que requiere, además, tiempo y reflexión; por lo que daré algunas orientaciones para asumirlo desde una perspectiva más lúdica y menos “didactista”.

Vicio #1: Dejarse guiar por lo que más se vende y por lo más comercial

El mercado editorial está inundado de libros de dudosa calidad literaria y estética, basados en adaptaciones de los cuentos clásicos o en las producciones cinematográficas y televisivas de moda.  No podemos  evitar que los niños se sientan atraídos por estos libros que encontramos en las jugueterías, en las estanterías contiguas a las cajas de los supermercados, en las grandes superficies, etc. Pero lo que si podemos evitar que ese tipo de libros, con personajes estereotipados, con un lenguaje pobre y con un gran trasfondo de alienación moral y sociocultural, se conviertan en sus únicos referentes literarios.

¿Qué podemos hacer?
Una buena opción es visitar bibliotecas y librerías especializadas en literatura para niños, pedir consejo y asesorarse de la gente que allí trabaja y que conoce la amplia oferta que existe.  Explorar junto con el niño, tomarse el tiempo necesario para decidir, ver varias opciones antes de elegir, intercambiar opiniones, deseos, gustos. En la medida en que el niño (y el adulto) vaya descubriendo que existe una gran diversidad de textos irá despertando en él el interés y la curiosidad por conocerlos.

Apuéstate por libros que no se agoten en la primera lectura, aquellos que al terminarlos dan ganas de volver a leer una y otra vez, libros donde no solo hable el texto sino también la imagen. Una apuesta segura son los libros de editoriales pequeñas donde la calidad literaria y estética son una prioridad. 

Vicio #2: Seleccionar pensando en las necesidades del niño (o mas bien pensando en las necesidades del adulto)

Es muy común que los adultos quieran encontrar en los libros herramientas que les ayuden en la formación emocional, social e incluso moral de los niños.  "Necesito un cuento para que aprenda a...", "quiero un cuento que le enseñe a...", "me gustaría un cuento que transmitiera un mensaje de..." son los deseos que expresan muchos padres y maestros, y en el mercado se pueden encontrar colecciones enteras que resaltan el mensaje que trasmiten, los valores que refuerzan o las enseñanzas que dejan.

¿Qué podemos hacer?
Tenemos que tener claro que la literatura como arte que es, no está llamada a ser un instrumento moralizante. Toda instrumentalización de la literatura desvirtúa su esencia artística.  Pondré un ejemplo, cuando contemplamos un cuadro en un museo no estamos pensando en el mensaje que nos quiere transmitir o en el valor moral que debemos aprender, simplemente disfrutamos de la obra y nos dejamos sorprender por las sensaciones que despiertan en nosotros y que varían de una persona a otra.  Pues lo mismo pasa con la literatura, debemos ofrecer a los niños historias que evoquen situaciones y escenarios con los que se puedan identificar, que les permitan experimentar emociones profundas, textos e imágenes que les inviten a cuestionarse sobre sus experiencias o vivencias, que les reconforten, les consuelen, les fortalezcan.

Hay que evitar los libros y colecciones en cuyas portadas y contraportadas  anuncien el valor promueven o aquello que los niños van a aprender.  No plantees nunca preguntas del tipo ¿qué aprendiste con este cuento? ¿qué enseñanza te dejó esta historia? Opta por conversaciones donde tanto el niño como tú intercambien opiniones, sensaciones o inquietudes surgidas a partir de la lectura o simplemente no digas nada deja que las historias y las palabras retumben en el interior del niño y encuentren su lugar.

Vicio #3: Subestimar o sobrevalorar la capacidad del niño como lector activo

Existe hoy en día una excesiva tendencia a clasificar los libros en función de la edad del niño y a hacer de ésta el principal criterio a la hora de decidir qué libro es el más adecuado para un niño en concreto.  Todos hemos dicho o escuchado aquello de "ese libro es para niños mayores" o "ya estás muy mayor para leer esos libros con tantas ilustraciones".  Pues bien, comentarios de este tipo desconocen la diversidad de competencias y experiencias lectoras que pueden llegar a existir en un grupo heterogéneo de niños. Por ejemplo, nos podemos encontrar entre un grupo de niños de 10 años, donde uno estar leyendo a Harry Potter, el otro disfruta y se siente más cómodo leyendo cuentos cortos, otro lee únicamente libros informativos y otro que solo le gustan los libros ilustrados.  Cada niño ha recorrido un camino lector único y sus habilidades como lector activo son diversas.  Por eso a mí me parece más acertada la clarificación de los libros por edades lectoras que por edades cronológicas.

¿Qué podemos hacer?
Como padres y como maestros hay conocer el momento lector de cada niño en particular, no solo para ofrecerle lecturas acordes a su madurez lectora y a sus intereses sino para poder ofrecerle lecturas desafiantes que activen sus habilidades y les permitan avanzar en el desarrollo y consolidación de habilidades lectoras.  Padres y maestros en su rol de mediadores entre los libros y los niños deben asumir un papel activo que favorezca esa evolución lectora.  Hay que desarrollar esa habilidad casi intuitiva para dosificar los libros oportunos en los momentos oportunos, y eso solo se logra  haciendo de la lectura una experiencia compartida y dialogada donde el niño tiene mucho que decir. 

Vicio #4: Buscar siempre lo políticamente correcto en las historias.

El adulto asocia la literatura infantil con los finales felices, con historias que transmiten sentimientos positivos y que resaltan valores acordes con determinadas ideologías.  Ante libros que abordan temas que no consideran apropiados para los más pequeños, los adulto pueden llegar a sentirse descolocados (por no decir incómodos).  Desde los clásicos hasta las más recientes tendencias editoriales, en la literatura infantil abundan temas como la muerte, el abandono, el racismo, el acoso, la diversidad sexual, el desarraigo, la guerra, la violencia, etc., temas, estilos y estéticas que se alejan de ese espectro rosa-azucarado.  Los adultos pueden llegar a sentir miedo de no poder controlar lo que surja del acto de lectura.  De allí esa tendencia proteccionista que lleva a buscar adaptaciones simplistas, historias donde no existan conflictos o donde los conflictos siempre tienen una solución “correcta” e, incluso, temáticas que reivindiquen una ideología o con cierto sesgo moral.

¿Qué podemos hacer?
Leer literatura le permite a ser humano conocer, experimentar y vivenciar simbólicamente  emociones, sentimientos y situaciones propios de la complejidad humana. Si solo damos de leer a los niños libros enmarcados en lo que nosotros como adultos consideramos políticamente correcto, estamos, por un lado, infravalorando la capacidad del niño para abordar ciertos temas y por otro, negándoles la posibilidad de afrontar situaciones y experimentar emociones a través del lenguaje poético y simbólico de la literatura.  Es decir, los niños no son tontos, saben perfectamente que existe la muerte, la guerra, la injusticia, el abandono, etc. y la literatura es un espacio que les brinda la posibilidad de conocer este tipo de situaciones desde la justa distancia que ofrece el acto de lectura, abriendo espacios para cuestionarse, para experimentar emociones, para fortalecer convicciones… qué mejor manera de aproximarse a la complejidad de nuestros tiempos que a través de la literatura y que esa complejidad no los tome por sorpresa?

Es una invitación a arriesgarse a salir de nuestra zona de confort donde siempre los finales son felices, a compartir lecturas novedosas, arriesgadas, a dejarse sorprender por la capacidad que tiene el niño como lector activo, a hablar, a sentir, a vivir, a disfrutar.

Como decía al inicio, este es un camino que requiere tiempo y reflexión; debemos visitar las librerías, las bibliotecas, las ferias del libro, conocer la diversidad de la oferta editorial, dejarse aconsejar por los especialistas, arriesgarse con libros diferentes en sus formatos, en sus temáticas, en su lenguaje.  Pero sobre todo, a la hora de seleccionar, debemos acercarnos a los libros de literatura infantil como un lector activo que se deja interpelar por el texto y las ilustraciones, que se emociona y que disfruta.     
           

2 comentarios:

  1. Es todo un tesoro leerte. Vaya que estamos viciados. Gracias

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  2. Es todo un tesoro leerte. Vaya que estamos viciados. Gracias

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